sábado, 23 de agosto de 2014

El Cóndor y el Poeta de Andrés Bello, por @AlbertoZambrano

Andrés de Jesús María y José Bello Lopez, mejor conocido como Andrés Bello nació en Caracas el 29 de noviembre de 1781 y murió en Santiago de Chile el 15 de octubre de 1865, fue escritor, filósofo, docente, poeta, educador, político y jurista, sus contribuciones al género del romanticismo son ampliamente difundidas en el mundo de la literatura americana y es conocido en Chile por ser el redactor de su código civil, y en esta ribera del arauca vibrador, es conocido por haber sido uno de los "Maestros" de Simón Bolívar. Un verdadero estudioso de la literatura y gramática se destacó en Chile por sus escritos, entre ellos, el que pretendo compartir con vosotros a continuación.
Cuando Bello llega a Chile en 1829 procedente de Londres, donde había estado expuesto a grandes obras y corrientes filosóficas que marcaron su tendencia política, tenía 48 años y continuaba su labor como poeta y escritor, marcado por un sentimiento americano, donde redacta una serie de poemas "costumbristas", que relataban la costumbre de los habitantes chilenos, lo cual hacía que su admiración por Chile se reflejara en su prosa y verso marcados por un acento nacionalista y libertario. Existe un poema llamado "La Cometa", con dos versiones, de 1833 y 1846, también escribe poemas-fábulas, dentro de los cuales está "El Cóndor y el Poeta"(1849), pero destacan a su vez, "El hombre, el caballo y el toro", y "Las Ovejas" de 1861, y "La ardilla, el dogo y el zorro", de 1858. 

Bartolomé Mitre escribió un poema titulado "Al Cóndor de Chile", que sirvió de inspiración para que Bello redactara "El Cóndor y el Poeta" como réplica a dichos versos, el poema de Bello consiste en un diálogo ficticio entre un poeta y un cóndor, en el cual el poeta insta al ave a que extienda sus alas y salga volando en búsqueda de un fuego libertario, que le daría la posibilidad al Chile de aquel entonces de convertirse en una gran nación, fuerte, libre y soberana. Los versos de Bello, no son de fácil lectura, ya que están escritos en un denso verbo, pero queda de forma explícita la pasión por la libertad, independencia, soberanía y sobre todo el deseo de mantener vivo el fervor libertario que llevó a los chilenos a independizarse, dando a entender que dicho espíritu no deber perecer sino hacerse cada vez más fuerte.  Para Bello, era fundamental que los ciudadanos que se esmeraron en construir un país evitaran ser invadidos de nuevo por una potencia extranjera, y para él eso sólo se lograba con la creciente cultura, educación y enriquecimiento de los pueblos.


Recientemente, beatas y cortesanos nos han atacado por nuestro nombre, "Cóndor"
Nos acusan de "carroñeros", fascistas, laboratoristas y demás y olvidan que uno de los maestros de Bolívar admiraba al ave con mayor envergadura, se aferran al marxismo latinoamericano odiar la llamada "Operación Cóndor", al relacionarnos con el Presidente Augusto Pinochet. 
¿Olvidan los marxistas opositores que el Cóndor llegó a formar parte del escudo de armas de Venezuela, por decreto del Congreso Constitiuyente en la Segunda República de 1812? 
Imagino que como es el mismo escudo de armas que formó parte de los símbolos patrios junto con la Bandera de Guerra a Muerte de Bolívar (hoy usada por la resistencia venezolana para rechazar al invasor cubano y sus colaboradores).
De la misma forma, este grupo de beatas y cortesanos, que dicen amar a su país y sus símbolos patrios, curiosamente olvidan que el escudo de armas de nuestro estado Mérida está coronado por tan noble ave.


Los marxistas opositores, que son amantes de la integración latinoamericana en su afán de buenos salvajes-buenos revolucionarios también olvidan a propósito la presencia del Cóndor en la bandera y escudo de la República del Ecuador, que también está adornada con un fasces, un conjunto de varas amarradas por una cinta que envuelve un hacha, simbolo de la fortaleza y autoridad de la república.
Faltaría poco para que beatas y cortesanos nos atacaran por exaltar la figura de Andrés Bello y acusarnos de chavistas...

Sin más preámbulos, los dejamos con la obra de Bello.

@AlbertoZambrano, especial para Grupo Cóndor  





EL CÓNDOR Y EL POETA
Diálogo
POETA
-Escucha, amigo Cóndor, mi exorcismo;
obedece a la voz del mago Mitre,
que ha convertido en trípode el pupitre;
apréstate a una espléndida misión.
CÓNDOR
-¡Poeta audaz, que de mi aéreo nido
en el silencio lóbrego derramas
cántico misterioso! ¿a qué me llamas?
Yo sostengo de Chile el paladión.
POETA
-No importa; es caso urgente, es una empresa
digna de ti, de tu encumbrado vuelo,
y de tus uñas; subirás al cielo,
escalarás la vasta esfera azul.
CÓNDOR
-¿Y qué será del paladión en tanto,
cuya custodia la nación me fía?
POETA
-Puedes encomendarlo por un día
a las fieles pezuñas del Huemul.
CÓNDOR
Pero el camino del Olimpo ignoro.
POETA
-Mientes; tú hurtaste al cielo, ave altanera,
en pro de nuestros padres, la primera
chispa de libertad que en Chile ardió.
CÓNDOR
-¡Falaz leyenda! ¡Apócrifa patraña!
Robaba entonces yo por valle y cumbre,
según mi antigua natural costumbre;
monarca de los buitres era yo.
Años después, llamáronme, y conmigo
vino esa pobre, tímida alimaña,
de los andinos valles ermitaña;
y, el paladión nos dieron a guardar.
Mal concertada yunta, que, algún día,
recordando los hábitos de marras,
estuve a punto de esgrimir las garras,
y atroz huemulicidio ejecutar.
POETA
-¡Oh mente de los hombres adivina!
¡Oh inspiración profética! No sabes,
alado monstruo, espanto de las aves,
el oculto misterio de esa unión.
¡Junto a la mansa paz, atroz instinto
de pillaje y de sangre! ¡Incauto el uno,
audaz el otro en tentador ayuno,
y de la Patria en medio el paladión!
Tremendo porvenir, yo te adivino,
pero no tiemblo. Es fuerza te abras paso
de la ilustrada Europa al rudo ocaso;
está en el libro del destino así.
Sus últimos destellos da la antorcha
que el hijo de Japeto trajo al mundo;
suceda al viejo faro moribundo
joven tizón, ardiente, baladí.
CÓNDOR
-No sé, poeta, interpretar enigmas;
no entiendo de tizones ni de faro.
Deja los circunloquios, y habla claro.
¿De qué se trata? Explícate una vez.
POETA
-De aquel fuego sagrado que trajiste
¿niégaslo en vano? a un ínclito caudillo,
apenas queda agonizante brillo;
nos viene encima infausta lobreguez.
Renovarlo es preciso.
CÓNDOR
-¿Cómo?
POETA
-Debes
seguir del sol la luminosa huella,
sorprenderle, robarle una centella,
metértela en los ojos, y escapar.
CÓNDOR
-Muy bien; me guardo el fuego en las pupilas,
cual si fueran volcánicas cavernas.
¿Y qué haré luego de mis dos linternas?
POETA
-Quiero a Chile con ellas incendiar.
CÓNDOR
-¿Incendiarlo? ¿Estás loco? ¿De eso tratas?
POETA
-Incendiarlo pretendo en patriotismo;
abrasarlo, molondro, no es lo mismo;
quiero hacer una inmensa fundición.
Quiero llamas que cundan pavorosas,
descomunales llamas, llamas grandes,
que derritan la nieve de los Andes
y la de tanto helado corazón.
¿Abrasar? ¡Linda flema! -¿Es tiempo ahora
de contentarse con mezquinas brasas
que den pálida luz, chispas escasas,
como para el abrigo de un desván?
No, señor; vasto incendio, llamas, llamas,
que unas sobre las otras se encaramen,
y levantando rojas crestas bramen,
y les sirva de fuelle un huracán.
Despacha, pues; arranca; desarrolla
el raudo vuelo; tiende el ala grave,
como la parda vela de la nave
cuando silba en la jarcia el vendaval.
Vuela, vuela, plumífero pirata;
recuerda tu nativa felonía;
asalta de improviso al rey del día
en su carroza de oro y de cristal.
CÓNDOR
-Ya te obedezco, y tiendo como mandas,
el ala; aunque eso de tenderla un ave
no ligera ni leve, sino grave,
para tanto volar no es lo mejor.
Y si de más a más tenderla debo,
como la parda vela el navegante
cuando oye la tormenta resonante
que amenazando silba, peor que peor.
Que no desplega entonces el velamen,
antes amaina el cauto marinero,
y aguanta a palo seco el choque fiero,
si salvar piensa al mísero bajel.
Así lo vi mil veces, revolando
entre las nubes negras, cuando hinchaba
la Mar del Sur sus ondas, y bregaba
contra la tempestad el timonel.
POETA
-No lo entiendes: la nave del Estado
es la que yo pintaba; y la maniobra
a que apelamos hoy, cuando zozobra,
no es amainar, estúpido ladrón.
CÓNDOR
-¿Pues qué ha de hacer entonces el piloto?
POETA
-Según doctrina de moderna escuela,
debe correr fortuna a toda vela,
sin bitácora, sonda, ni timón.
Si tú leyeras, avechucho idiota,
gacetas nacionales y extranjeras,
la ignorancia en que vives conocieras;
todo ha cambiado entre los hombres ya.
Altos descubrimientos reservados
tuvo el destino al siglo diecinueve;
hoy en cualquiera charco un niño bebe
más que en un hondo río su papá.
¡Oh siglo de los siglos! ¡Cual machacas
es tu almirez decrépitas ideas!
¡Qué de fantasmagorías coloreas
en el vapor del vino y del café!
¡No era lástima ver encandilarse
los hombres estudiándose a sí mismos;
y tras mil embrollados silogismos,
salir con sólo sé que nada sé!
¡Ea, pues! ¡A la empresa! Bate el ala,
y apercibe también las corvas uñas,
y guárdate de mí si refunfuñas,
lobo rapaz, injerto de avestruz.
CÓNDOR
¿volando? -Ama aún el buitre robador su nido;
Chile, a traerte voy, no la centella
que incendiando devora, sino aquella
que da calor vital y hermosa luz.

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