sábado, 12 de octubre de 2013

Venezuela 1984, por Alejandro Gámez.


Este es el primer artículo de nuestro colaborador, Alejandro Gámez. Disponible en su blog.


Si George Orwell caminara por Caracas o una de las ciudades venezolanas se daría cuenta viendo algunas edificaciones que el mundo que plasmo en 1984 no esta tan alejado de la realidad.
Caminar por Caracas y observar las fachadas de los edificios oficiales y los construidos en el marco de la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV) se ha transformado en un acto pesado de intolerancia y agresión; cada vez que se eleva la mirada se ve la mirada de Hugo Chávez, ese rostro que te sigue conforme avanzas, entonces te viene a la mente su voz, tu cerebro recuerda de manera automática sus discursos, el inconsciente te bombardea con la imagen gloriosa que se ha edificado desde el oficialismo e inevitablemente te ves cantando el “Patria, patria querida” himno sagrado de esta nueva iglesia que tiene al “arañero de Sabaneta” como máximo redentor, el cristo de los pobres, es fundamental entender lo que implica que un himno militar sea la punta de lanza de este intento de fabricación de un  culto.
Pero la mirada de Hugo Chávez desde las fachadas también es una manifestación cínica de burla de esta élite político-militar para con los que se le oponen; es una declaración del tamaño del Pico Bolívar, si quieres mirar arriba, si quieres mirar al cielo o simplemente caminar con la mirada puesta al horizonte tendrás que ver la figura del “comandante eterno” de lo contrario deberás bajar la mirada, mirar al suelo asumiendo de una manera simbólica la derrota por el simple hecho de pensar diferente, pero también nos dice que quién se aleje de la ortodoxia oficial es prescindible, en la era del Big Brother la alineación con la línea oficial es esencial.
Conforme se diluye la propuestas ideológicas del chavismo, conforme la revolución se enfrasca en sus contradicciones y se diluye en el mal manejo de la cosa pública y en la corrupción; debido a la imposibilidad de crear un corpus de ideas que garantice su permanencia en el tiempo se hace necesario erigir el tótem que permita seguir con el control del Estado y que ese tótem Chávez permitirá en un momento dado cualquier cosa para el mantenimiento de la revolución.
Volviendo al tema de la GMVV, estas edificaciones son monumentos a la figura de “tribilín”, las personas que allí viven le pertenecen al status quo, no es inocente que a la cara del personaje la acompañe su firma; hemos viajado en el tiempo y ya no es el hombre dueño de si mismo, es de nuevo pertenencia de quién este en el poder. Se quiere construir una identidad política; eso no es nuevo para los venezolanos, lo verdaderamente nuevo bajo el sol es que ese intento de construcción de identidad política desea y necesita ser totalizante, no quiere o no puede aceptar identidades políticas o sociales diferentes, de esta manera (si esto se llegara a lograr) se conformaría un sistema político-social rígido en el cual la imposibilidad de oxigenación  será uno de los motivos para su fin; de igual manera se esta configurando un sistema castrante (en ambos bandos) en donde la incursión de algún grupo con alguna reivindicación especifica es secuestrada  por uno de los bandos, evitando de esta manera el normal desarrollo y desenvolvimiento de los grupos mencionados y cercando de esta manera la circulación de ideas tan necesaria para el desarrollo social.
Nietzsche proclamó la muerte de Dios y Lyotard nos dijo que estábamos en presencia del fin de los grandes meta relatos, ambos nos querían decir que había llegado el momento de asumir las riendas de nuestras vidas, que la felicidad personal y nuestra realización como personas no la podíamos confiar en un Dios lejano e inaccesible; llámese Jesús, Alá, Buda, o tomase el nombre de socialismo, liberalismo, neoliberalismo o socialismo del siglo XXI.
El Big Brother circula y se encuentra estampado en las calles de Venezuela, una de las razones de esto es que el chavismo  le ha dado a un importante sector de la sociedad sentido de pertenencia, le ha brindado un discurso que justifica su estancia en el mundo, este discurso le explica un mundo complejo, diverso y sitúa en el otro la causa de todos los males de un determinado grupo social; es un discurso que promete la vuelta al paraíso terrenal perdido, paraíso perdido que por extraño que parezca es la época independentista; momento de una gran hecatombe, en donde la población, nuestro rebaño de ganado y nuestra agricultura fueron diezmados.
El reto de la Venezuela del siglo XXI es pasar de una sociedad de mentalidad tribal a una de mentalidad abierta, hay que derribar los tótems que impiden nuestro desarrollo, ese es el gran dilema de la sociedad venezolana; ¿Qué tiene que pasar para derribar de una vez y de forma definitiva los mitos que no impiden desarrollarnos como sociedad?

Alejandro Gámez es Internacionalista egresado de la Universidad Central de Venezuela

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