UNA CARTA PARA LA DOCTORA CECILIA GARCÍA AROCHA, RECTORA DE LA UCV
Vladimir Chelminski
Quiero dirigirme a la rectora, demás autoridades universitarias y a los integrantes en general del Consejo Universitario de la UCV para plantearles el caso del cierre de la Cátedra Pío Tamayo.
Ciudadana Rectora, Dra. Cecilia García Arocha, en este país donde la información y el análisis de su acontecer es cada vez más precario, esta Cátedra es un faro que la UCV no puede darse el lujo de apagar, sin antes renunciar al propósito de vencer las sombras que por tanto tiempo y con tanta convicción se ha exhibido.
Que la Cátedra Pio Tamayo, abierta a todo el que pueda estar interesado, lleve ya más de 30 años funcionando en sus labores de extensión en la UCV, disciplinadamente todos los lunes de 6 a 9pm, las más de las veces con varios panelistas expertos en los temas más acuciantes de cada momento, y con posiciones filosóficas, políticas y metodológicas distintas, es un servicio y una hazaña que se pierde de vista en nuestro país.
Y que las autoridades de la UCV, y en particular el Vicerrectorado Académico a cargo del Dr. Nicolás Bianco, opten por negarle el espacio de la Sala “E” que siempre ha tenido, es una decisión que parece ajustarse más bien a las que se toman en las instituciones militares. Algo más propio de la barbarie o la ignorancia que de una Universidad.
Soy uno de los tantos testigos de excepción que como asiduos asistentes a la Cátedra vimos cómo se llevó la misma a trabajar a media luz, sin sonido, sin aire acondicionado, sin grabación, salida al exterior ni posibilidades de usar recursos audiovisuales. Y estaba presente el 14/07/14 cuando se llegó a la desgraciada circunstancia de impedir que aún en las condiciones descritas, la Cátedra pudiera seguir funcionando. El funcionario de seguridad informó que por orden superior no se permitiría el acceso a la sala y hasta el presente que yo sepa no ha sido derogado esa medida.
Por eso, a estas horas me resisto a creer que la rectora, la mayoría de las autoridades y el Consejo Universitario puedan estar involucrados en una decisión tan absurda y tan anti-universitaria.
Uno de los argumentos que se ha sacado a relucir para justificar el cierre, es la imposibilidad de la UCV para pagar horas extras al técnico de la Sala. Pero esta justificación se revierte cuando los profesores que están al frente de la Cátedra proponen pagar el costo y se les responde formalmente que la UCV no puede contratar con un “ente externo”. Y esto no se puede entender sino como una decisión de cierre.
Para quienes nos beneficiamos del trabajo de la Cátedra Pío Tamayo, es muy importante hacer los esfuerzos que sea necesario para que no se elimine esta lámpara que ha estado iluminando por tres décadas en la terrible oscuridad en que se encuentra la población venezolana. Un trabajo además por el cual la UCV no le ha dado ningún reconocimiento. Ni siquiera han respondido las autoridades a la petición que muchos hicimos para que la nueva sala, contigua a la “vieja sala” Francisco de Miranda, llevase el nombre de Pío Tamayo. No sabemos cuál es el sentido y propósito de que ahora haya dos salas con el nombre del Precursor Miranda.
Por tanto, hago valer mi simple derecho de ciudadano para pedirle a la rectora García Arocha que tome cartas en el asunto y actúe desde su posición de primera autoridad y de no ser así, que lleve el asunto urgentemente al CU para que se le dé una solución.
Sólo me resta decirle a la ciudadana Rectora y demás Autoridades que tanto yo, como muchos otros, quedamos a la espera de una respuesta sobre la situación de cierre que se ha hecho recaer sobre la Cátedra Pío Tamayo.
Atentamente,
Vladimir Chelminski
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